
Son sólo 30 segundos y un autobús pitando. No puede hacer caso a todo el mundo que le espera. La mayoría ni le conocen pero le adoran. Ni siquiera saben porqué. Se para con una sonrisa y poco tiempo. Está nervioso, lo estaba antes del partido. Mira de reojo a su novia que es con quien quiere estar pero cumple con el resto. El Autobus sigue pitando y él no quiere irse. Deja muchos recuerdos reencontrados en sólo unas horas. Deja atras otra vez a amigos. Se que volverá algún día porque no le gusta nada abandonar su tierra. Y ayer se volvió a sentir en el filial, con sus padres en la grada y sus amigos de fiesta. Bienvenido a casa, campeón