I
Lo dije la primera vez que hablé de él, y si no lo dije al menos lo pensé. Es posible que fuera enjuto y desgarbado y que de lejos no pareciera gran cosa. De cerca tampoco lo parecía pero no todos los superhéroes tienen superpoderes.
II
Hizo cosas que nadie creyó posibles jamás. Ni siquiera yo creía en él y era el que, sin contar con su familia, más fé puso en él. Y ahí estaba en la foto de portada con su chica morena al lado. Y tiré el periódico a la papelera porque para contar historias me las invento yo.
III
Desde que nací me fascinó. Con su uniforme y su libro que contenía todo el saber. Con su habilidad para hacerlo todo mucho más fácil. Para curarme y enseñarme. Para hacerme persona. Crecí mirando hacia arriba porque me parecía gigante. Aprendiendo en silencio y callando cuando no tenía nada que aportar porque escuchándole puedo hoy hablar.
IV
También los superhéroes sufren. Lo sé ahora, demasiado tarde para ayudar. Pero sigo callando y mirándole, quizas no desde tan abajo, callando porque sigo aprendiendo. Y le veo caer poco a poco, como va cayendo el ciclista, puestos y puestos, cuando la mente ya no manda sobre las piernas. Dejé de creerle un superhéroe, o alomejor dejé de creer en ellos. Ya no le queda uniforme ni libros. Poco a poco va gastando memoria. Sin embargo, sigo disfrutando a su lado.
V
Creo que nunca he conseguido una hazaña ni la conseguiré. No seré ciclista ni futbolista, aunque es posible que viva de contar sus vidas. No creo que sea un superhéroe aunque mi primo pequeño quiera parecerse a mi, porque cuando se es niño todo lo que reluce parece oro. Posiblemente sea todo lo contrario: Una persona débil que ha tenido muchos empujones para coronar. Mucha gente se ha agolpado a los lados de la carretera y ha voceado para hacerme menos fatigado el camino. Me han empujado, dado agua, voceado y animado. Me han llevado hasta aquí que no se si es muy arriba o muy abajo. Pero han empujado. Y en estos momentos es cuando miras a la cuneta y les ves. Dándolo todo por nada. Preocupándose o simplemente gastando las últimas horas de vida en luchar contra el crono de mi vida.
VI
He gastado medio tour mirando al horizonte, a la escapada, a la próxima curva. Me he esforzado con la cabeza baja para no gastar ni un miligramo de fuerza. Y, tonto de mí, ahora miro a la cuneta y veo mis banderas y mi gente. Veo, incluso, a quienes ya no pueden subir a lo alto del Mont Ventoux. Y miro a los ojos a quienes hacen su última ascensión y me ponen la mano sobre el hombro, para darme el último empujón. Seguiré, por vosotros.