Y es en momentos como este, en los que el alcohol fluye por la sangre, en los que las bromas pasan por verdades, y las verdades se camuflan como bromas, cuando más abres los ojos y ves la realidad. Cuando repasas tu vida y ves lo que ha sido, lo que es, y lo que pinta que será. Puede que satisfecho, puede que indiferente, puede que deprimido o seguramente al borde de la depresión, pues tu cerebro vuelve a esa infancia en la que, imitando los modelos que nos enseñó Disney, todos los niños queríamos ser astronautas o presidentes... y eso choca con la realidad. Muchos de vosotros que leeréis esto, universitarios... con más años de los que pensábais haber dejado ya los estudios... otros, tal y como corren los tiempos, probablemente en el paro, nada más que una cifra en boca de políticos para salir en el telediario provocando a la oposición... otros, con más suerte... o menos, según se mire, trabajando, pero, podría decir que probablemente, pero usaré el “seguramente”, en un trabajo que ni se os habría pasado a la cabeza a cuando retrocedemos en los pensamientos infantiloides a los que refería anteriormente.
La vida cambia... pasa... ¿evidente? Si lo piensas si... si no, ni te das cuenta de que cada día pasa, ni te das cuenta de que con el paso de un simple día ha pasado más que un “simple día”. Y si no, piensa en mañana: te darás cuenta que mañana puede ser un día en la que te sucedan mil cosas... en la que tu vida puede cambiar radicalmente, en la que puede que tengas miles de “primeras veces” o primeras experiencias, en las que ayudes e hieras a mucha gente, en la que tomes un camino en varias decisiones, quizás, mañana definas tu vida...
Tranquilo, no te va a doler, pues ni te vas a dar cuenta que un “simple día” más ha pasado, un día corriente más... un día en tu vida.
