Quisieramos ser grandes,
tan grandes como la tristeza,
como la vida que cosechaste a manos llenas.
Tan solo por hoy,
gigantes como tu alegría,
como nuestros puños cerrados,
como tus brazos abiertos.
Solamente hoy,
confundidos con las lágrimas de este cielo que,
tal que los tuyos,
nosotros,
por ser hoy,
también está llorando.
Y mientras pasan los días envolviéndote en un huracán que todos los universitarios conocen, algo nuestro se va quedando enganchado en el pasado hasta mantenerlo como un recuerdo. Para el ser humano los recuerdos son totalmente necesarios para poder sentirse vivos. Pero hay veces que los recuerdos nos atrapan y no nos dejan seguir adelante. Y en esos días o meses sólo piensas en estar fuera de casa y en poder hablar con alguien, quieres estar ocupado y no tener tiempo para pensar. Ni siquiera tiempo para escribir. Y tampoco se lo cuentas a nadie, porque quieres olvidar lo que no puedes. Y siguen pasando los días y ves la tolla pero no la tiras, porque si pierdes este combate, que sea porque has caído, no porque te has rendido.
Y mientras sales a la calle y tienes el mundo en contra, gente que no sabe de que va esto porque son su propio ombligo. Y el día que desesperado te desmoronas en brazos de alguien y le haces señales de SOS escondidas, parece que el mundo ha cambiado y tu ya te has apeado y ahora costará mucho volver a subirse. Y en tu cabeza esa canción, siempre esa canción.