
Es dificil escribir sobre Extremoduro el día que dan un concierto a 60 kilómetros de tu casa y no puedes ir a verlos. Es más duro aún cuando lo dan a menos de 1 kilómetro del lugar dónde vives de lunes a viernes. Quizás la dulce introducción al caos que rige mi vida desde enero sea la causante de que hoy quiero que pase tan deprisa. Y si, es cierto que me queda el consuelo de saber que esta noche las lunas de tu coche quieren escondernos de las miradas indiscretas y que las sábanas de tu habitación dan más calor que un vaso de whisky en el multiusos. Pero, por muchos que nos empeñemos el ruido de somieres no consigue llegar a la octava nota de Standby; ni tus dedos, mágicos, consiguen ese riff mágico del Uoho.
Me dices, que eres un mito y que morirás algún día presa del desamor y que Robe es inmortal, porque sus letras de poesía hechas canción nunca morirán. Y sabes, que esa mezcla de Grace Kelly y Lolita te hacen irresistible y que mi vida esto es una inconsciencia más, pero esta vez (como las demás) creo que sigo prefiriendo entrar en el universo extremo. Y mientras enciendo un cigarro que he encontrado en la calle para paliar el nerviosismo; fumo y me consumo y en mi bolsillo sigue sin haber esos malditos 20 euros que tú me has sacado poco a poco. Y yo me sigo preguntando, ¿dónde estan los besos que me debes?
Me dices, que eres un mito y que morirás algún día presa del desamor y que Robe es inmortal, porque sus letras de poesía hechas canción nunca morirán. Y sabes, que esa mezcla de Grace Kelly y Lolita te hacen irresistible y que mi vida esto es una inconsciencia más, pero esta vez (como las demás) creo que sigo prefiriendo entrar en el universo extremo. Y mientras enciendo un cigarro que he encontrado en la calle para paliar el nerviosismo; fumo y me consumo y en mi bolsillo sigue sin haber esos malditos 20 euros que tú me has sacado poco a poco. Y yo me sigo preguntando, ¿dónde estan los besos que me debes?