He soñado muchas veces con una Fender Stratocaster. 10000 personas en la oscuridad esperando unos acordes mágicos ensayados. Sueño con ir de festival en festival. On the Road. La carretera espera a esos magos del alcohol y las guitarras. En directo no suenas demasiado bien, pero siempre llenas estadios. El protocolo en el escenario es claro para tí aunque sacrifiques la música. Llega el momento y ya no es tan mágico. Tu último single suena mucho pero no tiene alma. Piensas en la chica que espera en el backstage y es tan joven como hace 10 años; tu te mantienes en forma. Cuando el concierto llega al final, miras a la Fender y recuerdas porque estabas ahí. Y vuelve a sonar tu música imperfecta pero llena de vitalidad. Estas hecho un chaval.
Esta vez no voy a ir de festival en festival. Ni siquiera mi guitarra es una Fender. Pero voy a compartir cartel con algunos de los que llenan en sus conciertos. Sidonie e Iván Ferreiro no son santos de mi devoción y ahora están en el mismo festival. Nos vamos al Sonorama. Odio al Sonorama. Empieza el viaje. On the Road.