He encontrado, mientras escuchaba fados, una versión del Fado Lisboeta de Raquel Tavares. Raquel fue uno de esos suspiros que necesitó el fado para rejuvenecer. Le dió otro aire a una música que decían que se quedaba marginada. Una música marginada es la que las multinacionales no pueden controlar. Si, el fado estaba marginado y ahora dicen que en el país vecino vuelve a estar de moda. Chicas jóvenes con grandes voces que reeditan éxitos de Amalia. El fado vuelve a las calles de Lisboa y suena en las radios. Y el fado pierde la magia. Dentro de poco volverá a ser música marginal. Música que suena en los cafés a dónde la gente va a escuchar. Raquel participó en Eurovisión 2008. Pero no ese concurso devaluado desde hace 40 años. En uno de baile, dónde todavía quiere ir gente que de verdad son músicos. Dónde reirse de las demás naciones haciendo lo mismo que hacen ellos estaría mal visto. Raquel suena en la radio. Me gusta la música que hace Raquel porque ha querido abandonar lo que ahora otras hacen para oirse en la radio. Raquel se ha retirado a uno de los locales de fado más importantes de Lisboa. Raquel si quiere al fado. Y su versión de Lisboa, es distinta, Lisboa ha cambiado, Lisboa is different.