Los días son grises ahí afuera y no te apetece levantarte de la cama. Y ahora llueve y saldrías a la calle a correr cuando hace 10 años que no haces deporte. En la tele echan Camino a la Perdición y Paul Newman está muerto. A ti no te importa y yo estoy demasiado ocupado mirándote a los ojos. Tu me dices que te lea algo de poesia y podía coger el libro de rimas y poemas que está en la estantería cogiendo polvo y mierda pero te leo alguna de las locuras que salían de la cabeza de Chinaski y te vas sin compenderme. Paul hizo obras maestras hasta la última. Como tantos. Yo rodé una película en uno de esos coches grandes con faros que deslumbran. Nunca se llegó a estrenar porque en los descansos nos gastábamos el presupuesto en hachis. La gran estrella del cine se drogaba y no iba a llegar a grabar nunca con Newman. Y todos queríamos escapar de la ciudad y tú volvías a querer que te leyera algo escrito por mi y seguía siendo una mierda pero a ti te gustaba. Y cuando te ibas sólo me quedaban los colegas y unos buenos tercios de rubia esperando para volver a leerte y levantarte la falda.