A veces las resacas hay que pasarlas en casa tomando un café. Mirar por la ventana y ver como pasan los minutos a la velocidad que camina la gente. La música bajita, acompañando el silencio y sonando en el ordenador clásicos de antes, como si estuviera encendido el vinilo de mis abuelos, en su cocina, hace 20 años, pasando los inviernos reunidos en una camilla.