
Se acabó la temporada ciclista un año más. Este año fue un año especial, corrimos una clásica de primavera, nos peleamos, luchamos, caimos y nos levantamos. Ahora ha acabado la vuelta y han ganado los de siempre. Dejare aparte si utilizan vitaminas de tercera generación para ganar o no. Lo cierto es que en la vuelta existe un guión que no se puede cambiar y en el que tres o cuatro equipos se reparten el bacalao siempre que hay algo en juego. Pero, sorpresa, este año se ha colado un invitado no esperado que ha puesto en jaque a los líderes.
Nosotros, no hemos corrido la vuelta a España, ni siquiera se nos ha pasado por la cabeza. No tenemos dinero ni para anfetas para subir el Angliuru. Somos un equipo amateur, de carreras pequeñas, de bocatas en la linea de meta y hostales de una estrella. De corredores - mecánico, director cocinero y estrategia hecha en el momento. Sin dinero pero con ilusión se pueden mover montañas me dice la televisión todos los días. Y cuando llega una rampa del 11% me doy cuenta de la ilusión no me empuja tanto como el preparado energético que las autoridades le dan a mi rival.
Cuando acabó la etapa, agotados pero enormemente contentos, noos fuimos al hotel. Por el camino, aplausos, agradecimientos, palabras de cariño sinceras que dan fuerzas para correr un año más. Celebración y a dormir.
A la mañana siguiente, la prensa te ningunea, no te nombra, salen los de siempre, se chupan las pollas los mismos y el mundo sigue igual. Hemos vuelto a pelear contra Goliat, siguen creyendo que han vencido y nosotros que hemos caido con honor. Si, reconozco que hace unas semanas no tenía fuerza para volver a hacer de gregario de mis líderes de equipo en otra carrera. Hace unas semanas cogería la bici y al mínimo ataque agacharía la cabeza para terminar una pesadilla. Pero hoy no, hoy pienso dejarme la piel a 5 kilómetros de meta para que una vez más quien quiera ganarnos tenga que emplearse al máximo.
Nosotros, no hemos corrido la vuelta a España, ni siquiera se nos ha pasado por la cabeza. No tenemos dinero ni para anfetas para subir el Angliuru. Somos un equipo amateur, de carreras pequeñas, de bocatas en la linea de meta y hostales de una estrella. De corredores - mecánico, director cocinero y estrategia hecha en el momento. Sin dinero pero con ilusión se pueden mover montañas me dice la televisión todos los días. Y cuando llega una rampa del 11% me doy cuenta de la ilusión no me empuja tanto como el preparado energético que las autoridades le dan a mi rival.
Cuando acabó la etapa, agotados pero enormemente contentos, noos fuimos al hotel. Por el camino, aplausos, agradecimientos, palabras de cariño sinceras que dan fuerzas para correr un año más. Celebración y a dormir.
A la mañana siguiente, la prensa te ningunea, no te nombra, salen los de siempre, se chupan las pollas los mismos y el mundo sigue igual. Hemos vuelto a pelear contra Goliat, siguen creyendo que han vencido y nosotros que hemos caido con honor. Si, reconozco que hace unas semanas no tenía fuerza para volver a hacer de gregario de mis líderes de equipo en otra carrera. Hace unas semanas cogería la bici y al mínimo ataque agacharía la cabeza para terminar una pesadilla. Pero hoy no, hoy pienso dejarme la piel a 5 kilómetros de meta para que una vez más quien quiera ganarnos tenga que emplearse al máximo.