El siempre decía vi la ilusión en sus ojos. Yo no sabía como se veía la ilusión en los ojos de alguien porque siempre me fijaba en su sonrisa. Por eso no sé decirte si le vi la ilusión o no, pero si sé que le vi una gran sonrisa. No era la primera vez, creo que ya había sentido más veces esa sensación, pero aprendió a guardársela. Sin embargo hablaba y hablaba sin repetirse. Decía cosas coherentes que a esas horas no abundaban por la calle. Hablaba y yo pensaba en que alomejor podría yo también hablar como él. Ilusión. Todavía hoy no se si estaba ilusionado, pero me gustó compartir esa noche.
Yo, sin embargo, resaltaba los tópicos de la noche y el rock. Y pensaba en ella y alomejor yo tenía ilusión en los ojos y él si se dió cuenta, pero no me lo dijo y me dejó pensar mientras él hablaba. Y así se pasan las noches de verano: cervezas y amigos. Un cóctel explosivo que nunca explota y siempre aguanta. Y soñábamos ambos con ser unos soñadores y no tener que pensar que siempre habrá un muro enfrente en el que no sirvan alcohol. Que la vida, a veces, es tan perra que nos coge cariño, o que simplemente dios ha repartido suerte y no justicia. Por eso separamos nuestros caminos pensando y hablando. Y todo seguía siendo tan coherente que daba miedo al día siguiente.






