Kronania: Somos de colores » Surreal life

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Surreal life

15 de abril de 2010

Somos de colores

Lo pone una pintada al lado de mi piso en salamanca. Digo mi piso y no mi casa, porque en Salamanca yo nunca tuve casa, tuve piso y nunca me quisieron los salmantinos, o no les quise yo a ellos; pero mi vida no es salmantina y de allí me escapo y me vengo a Zamora, porque Salamanca me da la espalda. Somos de colores reza una pintada en mi calle, cerca del Orquidea, lugar de lujuria y placer con Svetlana. Somos de colores me recuerda a Tontxu y a otra infancia distinta a la actual que es una infancia con menos picardía y mas inocencia.

Somos de colores, como en Avatar, azules. Me gusta el arte callejero que no es arte. Escribes una frase porque necesitas escribirla o porque no quieres llegar a casa con esa sensación de desasoiego. La escribió alguien que quería enseñarle al mundo que somos de colores. Una dosis de optimismo. O alomejor acababa de salir del Orquidea y era feliz. Lo que ocurre es que la gente cuando pasa lee la frase y saca sus conclusiones. Porque somos responsables de lo que queremos decir, no de lo que la gente entienda. Yo paso todas las mañanas entre legañas y frío y veo que somos de colores. Y por las mañanas todos somos algo más grises que de costumbre, al menos este año que el sol no quiere salir. Somos un gris azulado a veces, un gris desteñido, desvencijado por la primavera, un gris que quiere ser otro color.

Somos de colores es un lema para poner en una camiseta. Una camiseta verde con letras de todos los colores. Amarillo, azul, rojo, negro, blanco. Somos de colores debería popularizarse, llevarse a la calle, que pinten la imagen del Che con este slogan, que lo lleven a las sedes de los partidos, que el Athletic de Bilbao inspire la próxima camiseta para la UEFA en esta idea. Somos de colores y yo me siento cada día algo menos rojo y algo más blanco, como un veterano de guerra. A veces soy negro, oscuro, imposible de traspasar, de mirar. Soy más que un negro, un negro brillante, como una piedra preciosa de la que desconoces el nombre y a la que sólo puedes mirar y quedarte pensativo mientras no ves más que el reflejo. El negro es impactante, el negro es atrayente, el negro evoca y miente, el negro te atrapa.

Somos de colores. Normalmente soy rojo, me gusta el rojo, veo a la gente roja, rosa, naranja y sus derivados. Soy rojo, soy rojiblanco, soy tricolor y naranja. Me gusta la gente azul, verde, amarilla. El otro día vi una señora gris marengo. Me hace gracia el gris marengo. Me hace reír aunque nunca se como es el color. Puede que sea el único gris que valga. No me gusta el gris. Yo diría somos de colores, pero por favor no seais grises. El gris es de replicantes, de mortífagos, de elfos oscuros, de guerras civiles. El gris es el dia en el que te echas en la cama y no quieres ver a nadie, aunque coges una llamada de un chico borde. Gris eres y en gris te convertirás. Ese es el título que tendrá la biografía de la mayoría de los políticos de este país. El gris mancha las hojas de mi vida. El gris me quiere poseer a veces y muchas de ellas lo consigue. El gris me persigue, el gris es enero, febrero, marzo y de momento abril.

Somos de colores. Alomejor Tontxu pasó por esa calle. O vivió allí. Alomejor entró una noche en el Orquidea dónde nadie tiene nombre. Yo la leí cuando me iba de viaje: Íbamos a Cuba, íbamos contentos, íbamos saltando por el aeropuerto. Y me recorrió algo por dentro. Emoción, o un color. Un color que quería derrotar a un gris semidifuso que se quiere apoderar del resto de la gama cromática. Y el gris se fue ese día, en ese momento, mientras leía en mi calle, Maldonado Ocampo, al lado del Orquidea, junto al Azul, que somos de colores. Y nosotros si tenemos nombre.

 

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