Como duele el fracaso. Gente a tu alrededor esperando verte hacer algo bien. Ponen sus esperanzas en ti. No te conocen, pero esperan bastante de ti, para eso estás aquí. Llega el momento de la verdad y fallas. Pero no solo fallas, si no que además rozas el ridículo haciéndolo pasar mal a todos los que en ti confiaban. Da igual que muchos se apiaden de ti y te intenten consolar con las típica frase de “no pasa nada”, la cuestión es que has fallado, y muchos seguramente pierdan la confianza, mientras que el resto simplemente no esperarán lo mismo de ti. Ahora ya solo queda esperar siete días para intentar recuperar la dignidad, si es que queda alguna. Demostrar que tenían razón y un mal día lo tiene cualquiera, demostrar que pueden confiar en ti. Ahora solo queda levantarte del suelo. Tienes que defenderte en la próxima batalla, pero también tienes que saber atacar, herir al enemigo y acallar las voces que quieren tirarte de tu caballo.
No se cuanto más podré aguantar, pues constantemente siguen atacándome por todos los flancos, pero algo he aprendido: a vivir siempre herido.
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