Estoy como un niño con zapatos nuevos. Parece mentira que a estas alturas me emocione con un disco de Extremoduro que tengo más que oído, pero este es especial. Hoy siento que se cierra un círculo, desde aquella primitiva cinta de Agila que mi padre me regalo, hasta esta caja de Grandes éxitos y fracasos que me ha regalado Rodrigo.
Gracias por esta joya, que además acrecenta su magnitud si se leen cosas como estas:
Rumores recogidos esta misma mañana en la rueda de prensa en la que la gente de Last Tour International anunciaba junto al alcalde de Bilbao la confirguración de sus dos grandes festivales -BBK Live y Kobetasonik-, apuntan a que la gira de Extremoduro arrancaría definitivamente el 17 de mayo en Santander, para rular por todo el país en el mismo formato que el exitoso tour de Fito & Fitipaldis, organizado por la misma productora.
Así lo intuíamos en la última portada de la Heavy Rock (nº294), donde dábamos información del cierre de Fito y el relevo de Robe.
Definitivamente habrá disco con Dro-Warner a mediados de abril (al grupo le quedan tres todavía con el sello), barajándose en este momento dos nombres para el álbum. El elegido serviría también de nombre genérico para la gira.
Actualmente el grupo está trabajando a full tanto en el montaje de los conciertos de directo como en el cierre de producción del disco, que será en su totalidad de nuevas canciones.
Al parecer existe polémica con la emisión de una serie española titulada "Física o química". Digamos que no la he visto, salvo algún minuto o dos al cambiar de canal, porque no consigo que me enganchen las series españolas. Abarca la vida de unos cuantos estudiantes y sus relaciones entre ellos y con sus profesores. Ya se han oído algunas voces acusando a la serie de denigrar a los profesores, de ofrecer una imagen caricaturesca de los alumnos y de pervertir los valores que se intentan inculcar a los chavales ofreciendo un muestrario de situaciones en las que están involucrados el sexo, la droga y la violencia. No seré yo quien defienda a las series españolas, porque de entrada no suelo verlas. Pero debo admitir que, en cuanto las voces de lo políticamente correcto se escandalizan, algo empieza a apestar. Y no lo digo por la serie, sino por esas voces de la corrección política. Vayamos por partes. Una cosa es que los padres y los educadores traten de inculcar unos valores a los muchachos en los que se apueste por el sexo seguro, el alejamiento de las drogas y el alcohol y el respeto al prójimo. Y otra muy distinta es que el sexo sin preservativo, la ingesta de ácidos y de porros y de litronas y las palizas al prójimo mientras un compañero graba el asunto con el móvil, estén presentes en la sociedad. Porque están presentes en la sociedad, queramos aceptarlo o no. ¿Quieren pruebas? Miren el telediario. Lean los periódicos; en las noticias locales está todo el meollo. En un episodio de "House" los médicos jugaban con la posibilidad de que un paciente deformado tomara drogas habitualmente. Al sugerirle al padre esa idea, éste se ofendía. Y uno de los médicos le decía que lo normal es que todo padre no acepte la posibilidad de que su hijo pueda tomar drogas alguna vez. Pero no aceptarlo no supone que el hijo no haya probado la marihuana y el ácido y el vodka. Si no lo entiendo mal, lo que las voces de la corrección política quieren es una serie sobre profesores y alumnos donde todos se abracen y recen a diario, en la que los alumnos sólo beban agua mineral y ninguno fume, en la que no existan tipos violentos que parten la cara al del pupitre más próximo a la mesa del maestro, en la que se les vea todo el día comprando preservativos y tomando la píldora aunque no se acuesten con nadie pensando en el príncipe azul que un día aparecerá en el horizonte para llevárselas a su castillo, etcétera. Sí, eso es muy bonito, pero no es real. La sociedad que estas voces quieren presentar es un modelo de conducta ideal, pero no real. Y, aunque la serie es de ficción, según parece contiene la dosis justa de inspiración en la realidad como para enganchar a los chavales. A todo esto, ¿alguien les ha preguntado a ellos qué opinan? Pues sí, lo ha hecho. En el diario El País, por ejemplo, preguntaban a unos cuantos adolescentes acerca de la serie. Se mostraron conformes. Uno apuntaba: "Los casos de abuso escolar que se muestran no son nada comparados con lo que se ve en la realidad". Por otro lado, ¿alguien se ha preguntado por la razón del éxito de novelas y películas como "Trainspotting", "Historias del Kronen", "Menos que cero" o "Apples"? Es evidente: describen algunas situaciones y comportamientos (no todos, insisto) que muchos de nosotros conocemos de primera o segunda mano. Y, cuando uno se siente identificado en uno o dos aspectos, o cuando le resulta familiar el tema, se engancha. Algo falla cuando se trata de censurar una ficción inspirada en la realidad y se permite al mismo tiempo que los chavales vean las barbaridades del telediario o escuchen a Rajoy despotricando contra gays, inmigrantes y menores.
Los vencejos son unos pájaros apasionantes. Pueden hacer cosas que nunca imaginarías, pero eso no es lo que más me impresiona. A mi me sorprende la facilidad que tiene una historia de cautivar a un niño, a dos, a casi 100. Cuando yo ni había nacido, mi familia vivía en el pueblo. Era un pueblo con vida todavía, con 500 personas aproximadamente y algo de comercio, el necesario para mantener vivo un pueblo que se basa de la autoproducción. El verano, según me cuentan era aún más fascinante; venían desde otros puntos de España, incluso algunos de Francia, familias enteras que pasaban sus vacaciones en la tierra que los vió nacer.
En verano el pueblo era un ebullidero de gente, de niños, de vida. Al caer la noche, los niños disfrutaban de algo de bula para acostarse tarde mientras estaban al cargo de los abuelos; los padres, madrugaban para la siega. Había, en ese tiempo, dos poyos al lado de la casa de mis abuelos. El tiempo nos los ha arrebatado porque fueron perdiendo vigencia. En esos poyos se sentaban familias enteras a pasar las primeras horas de la noche al fresco. Se reunian más de 40 personas dónde en la actualidad es dificil reunir 10. Y había una persona especial en esas reuniones: El Tío Jozelillo que contaba todos los años la misma historia en la misma época. Era una historia con los vencejos de protagonistas, que antes eran mucho más sorprendentes. Cuando se acababa la siega El Tío Jozelillo marchaba a Bilbao a buscarse las castañas y siempre la noche antes contaba lo mismo a todos los niños:
Mañana por la mañana me voy con los vencejos. Y todos los niños querían ir con él. El les decía vale, mañana nos vamos todos. decidle a vuestras madres que os preparen un buen chorizo, una muda limpia y mañana bien pronto nos vamos, que los vencejos madrugan mucho. Mi hija que es muy negra, irá la primera así los vencejos nos dejan ir con ellos. Y todos los niños año trás año se iban pronto a la cama y preparaban una muda y un chorizo para la mañana siguiente. Entre esos niños esaban mi madre, mis tías, mi primo, mis vecinos... año trás año ilusionados con los vencejos. A la mañana siguiente cuando se levantaban los niños la puerta de El Tío Jozelillo estaba cerrada. Y en el cielo no se veía ni rastro de los vencejos. Una noche más se habían quedado dormidos.
Esta tradición se mantuvo intacta hasta mis tiempos, aunque ya no hubiera poyo, El Tío Jozelillo ya no estuviera para volar y los niños no fueramos más de tres. Pero incluso 30 años más tarde, todos los niños nos seguimos ilusionando cada año con volar con los vencejos.
Ayer no hubo siega en mi pueblo. Tampoco hacía buena noche para estar sentados a la luz de las estrellas. Ni siquiera esta noche se han ido los vencejos. Pero El Tío Jozelillo ha decidido marcharse a volar por fín con los vencejos. Se ha llevado esta historia tan bonita, porque sin él carece de todo sentido. Y las generaciones venideras verán un vencejo y pensarán en lo maravilloso que es que duerman mientras vuelan. Sin embargo nunca conocerán lo más maravilloso de los vencejos.
En plena Transición, en el año 1978, un grupo compuesto mayoritariamente de artistas plásticos y poetas zamoranos, se organizaba de forma magistral a fin de formar una asociación que no sólo analizó y preservó la vida cultural, sino que entró de lleno en la crítica de la sociedad zamorana de aquel tiempo. La asociación en cuestión se llamaba Aceña Cultural y, aunque a efectos legales aún existe, ceso sus actividades en 1983. Entre otras cosas, por falta de regeneración. Sin llegar a alcanzar el calado de Aceña, las generaciones postrimeras a las de los componentes de dicha asociación han ido formando otros grupos activos en la vida social y cultural de la ciudad. La Asociación Benito Pellitero, el grupo Magua en el ámbito literario o el de creación más reciente, el Foro Ciudadano de Zamora, han sido y siguen siendo un oasis en el desierto. En cambio, en lo que respecta a las nuevas generaciones, a la de los menores de treinta y cinco o cuarenta años, no hay ningún atisbo de unión para que pueda germinar algo similar a lo que esta gente entusiasta ha ido formando desde la Transición hasta hoy. Y la continuidad generacional se antoja crucial para la sucesión. No quiere decir esto que no existan jóvenes zamoranos formados en disciplinas pertenecientes a la cultura o simplemente interesados en ella que puedan ser un potencial caldo de cultivo de alguna organización de este tipo, pero, en mi opinión, el problema estriba en tres factores clave que no permiten que se dé un marco adecuado para que esto ocurra. En primer lugar, hay que tener en cuenta la actual invalidez de la cultura en este mundo globalizado y mundialista. Que la cultura permanezca un tanto inválida, con cierta limitación de movimientos, no significa que no esté viva. Además, no sólo está viva sino que funciona. Pero funciona de otra forma, de un modo acorde al mundo actual. Hoy en día, los grandes proyectos culturales están amparados y patrocinados por grandes empresas que ponen su nombre y su logotipo como marca de clase. Además, esto conlleva a que las manifestaciones socio-culturales se vendan más como un producto que como una actitud ante el mundo, es decir, sin el concepto romántico que mantenían antes. Por eso, ahora más que nunca son necesarias esas agrupaciones independientes, esos corrillos de gente entusiasta, esas guerrillas culturales que se mueven más allá de la oficialidad, que organizan actividades, conferencias, publicaciones, y que al fin y al cabo son los referentes de sus respectivos campos, ya que están al margen de lo comercial, de las masas.
Extracto de artículo aparecido hoy en La Opinión. Podeis leer el artículo completo aquí. Otro gran artículo de Mario